Entre la vasta literatura religiosa de la India es difícil encontrar un libro más querido que el Bhagavad Gita (la Canción de Dios). Este pequeño libro, que en realidad es sólo una serie de capítulos dentro del sexto libro de la vasta épica del Mahabharata (un texto que ha sido descrito como equivalente a La Ilíada y el Evangelio juntos), probablemente sea tan popular porque se trata de una síntesis un tanto ecuménica del dharma de diferentes escuelas del pensamiento indio.
Grandes personalidades modernas lo han tenido en la más alta estima: Gandhi lo llamó su "diccionario espiritual", Einstein lo elogió mencionando que ante el Gita el mundo cotidiano parece superfluo y famosamente Oppenheimer comparó la bomba atómica con la teofanía que Krishna le obsequia a Arjuna en el capítulo 11, en la que aparece en su forma de múltiples brazos empuñando diferentes armas, con el resplandor de mil soles: "Me he convertido en la Muerte, la destructora de mundos", citó Oppenheimer después de la primera explosión atómica. Aldous Huxley sencillamente lo definió como "la enunciación de evolución espiritual más sistemática y de valor duradero que tiene la humanidad".