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Nuestra civilización, basada en el pensamiento europeo ilustrado, exige hoy una fragmentación y diversificación. La globalización fue un proceso de colonización tecnológica y de sincronización que hizo converger diferentes temporalidades históricas en un único eje definido por la secuencia Premodernidad-Modernidad-Posmodernidad-Apocalipsis. Los problemas que acarrea esta cultura monotécnica, que prioriza formas específicas del conocimiento vinculadas al deseo de medir, calcular y dominar, están llevando al agotamiento de los recursos naturales, la degradación de la vida sobre la Tierra y la destrucción del medioambiente. Fragmentar este futuro que se presenta hoy como inevitable no supone oponerse a la inteligencia artificial o el aprendizaje automático. Tampoco volver el tiempo atrás. En todo caso lo que pretende es escapar de la fantasía transhumanista que subordina a los otros seres a los términos de su propio destino y proponer una nueva agenda y una nueva imaginación tecnológica que abran paso a diferentes dinámicas entre lo humano y lo no-humano.

¿Pero es posible afrontar este desafío sin pretender restaurar una naturaleza perdida? ¿Qué aportes podrían hacer una cosmovisión amazónica, confuciana o maya que nos permitan desviarnos del eje temporal global sin que esto implique caer en el tradicionalismo? Para el filósofo Yuk Hui no existe un único patrón tecnológico universal respecto del cual algunos países y culturas estarían más avanzados o relegados, sino múltiples cosmotécnicas que expresan diferentes modos de sentir y ordenar la experiencia. La recuperación de esa tecnodiversidad históricamente trazable y aún productiva es una tarea crucial si queremos poner en cuestión los supuestos ontológicos y epistemológicos de la tecnología moderna y resituarla en realidades más amplias que el mundo calculable. En estas páginas Hui analiza la modernización hiperrápida de China como un caso paradigmático de colonización tecnológica, a partir del cual el razonamiento analítico eclipsó otras formas de conocimiento intuitivo capaces de penetrar más allá de los fenómenos y unificar los órdenes cósmico y moral.

FRAGMENTAR EL FUTURO. ENSAYOS SOBRE TECNODIVERSIDAD, por Yuk Hui

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Nuestra civilización, basada en el pensamiento europeo ilustrado, exige hoy una fragmentación y diversificación. La globalización fue un proceso de colonización tecnológica y de sincronización que hizo converger diferentes temporalidades históricas en un único eje definido por la secuencia Premodernidad-Modernidad-Posmodernidad-Apocalipsis. Los problemas que acarrea esta cultura monotécnica, que prioriza formas específicas del conocimiento vinculadas al deseo de medir, calcular y dominar, están llevando al agotamiento de los recursos naturales, la degradación de la vida sobre la Tierra y la destrucción del medioambiente. Fragmentar este futuro que se presenta hoy como inevitable no supone oponerse a la inteligencia artificial o el aprendizaje automático. Tampoco volver el tiempo atrás. En todo caso lo que pretende es escapar de la fantasía transhumanista que subordina a los otros seres a los términos de su propio destino y proponer una nueva agenda y una nueva imaginación tecnológica que abran paso a diferentes dinámicas entre lo humano y lo no-humano.

¿Pero es posible afrontar este desafío sin pretender restaurar una naturaleza perdida? ¿Qué aportes podrían hacer una cosmovisión amazónica, confuciana o maya que nos permitan desviarnos del eje temporal global sin que esto implique caer en el tradicionalismo? Para el filósofo Yuk Hui no existe un único patrón tecnológico universal respecto del cual algunos países y culturas estarían más avanzados o relegados, sino múltiples cosmotécnicas que expresan diferentes modos de sentir y ordenar la experiencia. La recuperación de esa tecnodiversidad históricamente trazable y aún productiva es una tarea crucial si queremos poner en cuestión los supuestos ontológicos y epistemológicos de la tecnología moderna y resituarla en realidades más amplias que el mundo calculable. En estas páginas Hui analiza la modernización hiperrápida de China como un caso paradigmático de colonización tecnológica, a partir del cual el razonamiento analítico eclipsó otras formas de conocimiento intuitivo capaces de penetrar más allá de los fenómenos y unificar los órdenes cósmico y moral.