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Hay algo maravilloso en la Argentina que hace que la trayectoria de un artista sea una especie de deglución impropia de influencias, un trasplante algo insólito de ideas foráneas que se trafican de las maneras más inesperadas y se cruzan como un Frankenstein con el acervo cultural local. Una estrategia abiertamente desacralizante que implica aceptar que siempre se compone a partir de algo que ya existe, una bastardización de la idea de “original”.

Ni chamán ni gurú: Daniel Melero se asume como anfitrión. Alguien que acoge las ideas ajenas y busca expandirlas. Un niño del barrio de Flores que tiene las antenas afiladas para detectar en la radio y la tele canciones que le cambian la vida y que descubre en el parque Rivadavia discos de Yellow Magic Orchestra y Tangerine Dream. Un joven inquieto que asiste a shows under de rock nacional (de Los Gatos a Los Violadores) y también a recitales de música experimental. Que busca insaciable información en revistas como Expreso Imaginario y disquerías como El Agujerito, o intenta emular de manera casera los experimentos sonoros con cinta de Eno y Cage grabando hormigas de su jardín.

De pionero electropop con el infame grupo Los Encargados a asesor artístico de Soda Stereo e impulsor de Babasónicos, de fundador del sello de culto Catálogo Incierto a ecléctico compositor solista –cuya búsqueda conceptual lo lleva a oscilar entre la canción pop, el techno, el easy listening o el ambient–, Melero manipula la música, provoca con sonidos. Encuentra un itinerario experimental signado menos por el culto a la personalidad que por la permeabilidad con sus contemporáneos como Gustavo Cerati, Omar Chabán, Vivi Tellas, Pat Pietrafesa, Diego Tuñón, Juana Molina o Carca, entre otros. Este libro, armado minuciosamente junto a Mariano Vespa, no es un monólogo celebratorio ni una colección de anécdotas. Es la conjunción de muchas voces, algunos fantasmas, y archivos y fotos que no existen en internet, que se proponen narrar una vida y una obra sostenida por los deseos y caprichos de una ética de la acción.

DANIEL MELERO (Buenos Aires, 1958). Artista conceptual y artesano de los ruidos. Como músico se inició con Los Encargados a mediados de los ochenta. Coeditó Colores santos junto a Gustavo Cerati y desplegó una trayectoria solista peculiar, hormigueante. Como productor, participó en discos de Soda Stereo, en la difusión de bandas underground, en la conformación de la movida sónica y en tantísimos proyectos de laboratorio.

INCIERTO Y SINUOSO UNA AUTOBIOGRAFÍA, por DANIEL MELERO CON MARIANO VESPA

$22.000
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Hay algo maravilloso en la Argentina que hace que la trayectoria de un artista sea una especie de deglución impropia de influencias, un trasplante algo insólito de ideas foráneas que se trafican de las maneras más inesperadas y se cruzan como un Frankenstein con el acervo cultural local. Una estrategia abiertamente desacralizante que implica aceptar que siempre se compone a partir de algo que ya existe, una bastardización de la idea de “original”.

Ni chamán ni gurú: Daniel Melero se asume como anfitrión. Alguien que acoge las ideas ajenas y busca expandirlas. Un niño del barrio de Flores que tiene las antenas afiladas para detectar en la radio y la tele canciones que le cambian la vida y que descubre en el parque Rivadavia discos de Yellow Magic Orchestra y Tangerine Dream. Un joven inquieto que asiste a shows under de rock nacional (de Los Gatos a Los Violadores) y también a recitales de música experimental. Que busca insaciable información en revistas como Expreso Imaginario y disquerías como El Agujerito, o intenta emular de manera casera los experimentos sonoros con cinta de Eno y Cage grabando hormigas de su jardín.

De pionero electropop con el infame grupo Los Encargados a asesor artístico de Soda Stereo e impulsor de Babasónicos, de fundador del sello de culto Catálogo Incierto a ecléctico compositor solista –cuya búsqueda conceptual lo lleva a oscilar entre la canción pop, el techno, el easy listening o el ambient–, Melero manipula la música, provoca con sonidos. Encuentra un itinerario experimental signado menos por el culto a la personalidad que por la permeabilidad con sus contemporáneos como Gustavo Cerati, Omar Chabán, Vivi Tellas, Pat Pietrafesa, Diego Tuñón, Juana Molina o Carca, entre otros. Este libro, armado minuciosamente junto a Mariano Vespa, no es un monólogo celebratorio ni una colección de anécdotas. Es la conjunción de muchas voces, algunos fantasmas, y archivos y fotos que no existen en internet, que se proponen narrar una vida y una obra sostenida por los deseos y caprichos de una ética de la acción.

DANIEL MELERO (Buenos Aires, 1958). Artista conceptual y artesano de los ruidos. Como músico se inició con Los Encargados a mediados de los ochenta. Coeditó Colores santos junto a Gustavo Cerati y desplegó una trayectoria solista peculiar, hormigueante. Como productor, participó en discos de Soda Stereo, en la difusión de bandas underground, en la conformación de la movida sónica y en tantísimos proyectos de laboratorio.